El hechicero es un hombre al que se le atribuye la capacidad de la realidad o la percepción colectiva de ésta de maneras que no responden a una lógica causal, lo que se puede expresar finalmente, por ejemplo, en la facultad de curar, de comunicarse con los espíritus o dioses y de presentar habilidades visionarias y adivinatorias. El hechicero está presente principalmente en sociedades arcaicas, aunque muchas comunidades en la actualidad todavía presentan esta figura encargada de realizar dichas tareas, especialmente en tribus o pueblos originarios que mantienen sus tradiciones y creencias desde la antigüedad.
En las sociedades primitivas, al hechicero se le atribuían diversas funciones, tales como sacerdote, chamán, mago, curandero o médico, e incluso en algunas culturas se creía también que podían indicar en qué lugar se encontraba la caza y alterar los factores climáticos, razón por la cual ocupaba una posición muy importante en la comunidad.[1]